23 de enero de 2012

Interpretacion de la figura del valido, el Conde Duque de Olivares


Conde Duque de Olivares pintado por Velázquez de 1625.

Los requisitos esenciales para el validamiento, como señala muy bien Fco Tomas y Valiente en su libro, Los validos de la monarquía del siglo XVII. Debían ser estos:
- La intima amistad con el rey.
- La intervención directa de la monarquía.

En pocas palabras ser amigo y ministro del rey soberano. Una de las interpretaciones simplistas que ha satisfecho a muchos historiadores, la afirmación de que los validos gobernaron porque los últimos Austrias carecían de carácter, de talento político y laboriosidad.

Como es el caso de Felipe IV en sus titubeos y resistencias a entregar el poder a Olivares, y su conducta al final de su vida, que se reflejara en las disposiciones testamentarias que en definitiva no querían la aparición de un nuevo valido, queda así invalidada esta afirmación. La conducta variable de Felipe y “la lucha sorda entre reflexiones contradictorias”, siendo por un lado el gobierno personal una obligación ineludible para el rey y por el otro lado el problema de la tentación de la vida grata y la despreocupación por los trabajos y responsabilidades inertes al ejercicio del poder. Todo ello unido a la confianza en un hombre que el monarca sabía más capaz que él para gobernar. Como señala Olivares, la necesidad de un ministro superior que ordenara, espoleara y corrigiera la maquina administrativa y se sirviera de ella, una racionalización a posteriori de la figura del valido y a su vez una argumentación que tranquilizaría la conciencia del soberano.

Siguiendo esta última reflexión, Felipe mantuvo a Olivares como bien señala Domínguez Ortiz en esta frase: “sostuvo a Olivares, como Luis XIII a Richelieu, porque le creyó el hombre más indicado para desarrollar su política, no por la certeza o incapacidad mental” . Otro historiador bien conocedor de la vida y obra del Conde-Duque J.H Elliott, nos dice como se dio la elección de Olivares.” Antes de que Felipe heredara el reino, ya mostraba antipatía por aquel personaje adusto y dominante, que había sido nombrado gentilhombre de la cámara. Cuando se encuentra con las responsabilidades del poder, buscara alguien en quien apoyarse, para suplir su falta de confianza en sí mismo. Encontrando en Olivares la energía y voluntad capaz de poner dureza en su blando carácter, que le hacia volver a su trabajo de rey” .

Por lo que la elección y conservación en el poder no se debieron tanto a la debilidad de Felipe como a los propios meritos y capacidad del Conde-Duque.

El Estado absolutista es un complejo institucional que va surgiendo y autorregulándose a través de un proceso en el que nacen instituciones nuevas (oficios unipersonales u órganos colegiados), se adaptan otras. Pero todas se ensamblan entre sí para lograr la unidad de decisión y la coordinación inherente a todo aparato de mando . Como es el caso de la Monarquía Hispánica, separando de las instituciones propias de cada reino y las instituciones en torno al soberano con un carácter más centralizador.

El Consejo de Estado en el siglo XVII estaba en manos de los validos. Los despachos de negocios correrán a cargo de los validos. La correspondencia dirigida al rey, tanto ordinaria como la reservada pasaba por las manos del valido; que resuelven a boca con su Majestad las cosas mas graves. Así las tres principales facetas del Secretario de Estado son asumidas o mediatizadas por el Valido que se interpone entre aquél y el monarca. El valido será el intermediario de “todo” con el rey .

Siendo la más alta nobleza cortesana, las que intentaron por medio de los validos asaltar de modo pacífico los escalones político-administrativos del poder, situándose por encima de todos ellos en la dirección del Estado. Es la clásica estrategia de la nobleza, con su tendencia a controlar y utilizar el Estado, por ello la invención del valido. La superioridad de éste frente a secretarios y letrados, el monopolio de la alta nobleza. La clase dirigente quiere controlar y como clase dirigente quiere el puesto clave en la monarquía absoluta, esto es la cúspide.

La figura del Valido cobra sentido dentro de la red de fenómenos de privatización de lo público. En la sociedad del siglo XVII, en forma de dominación patrimonial y neofeudal del Estado del barroco, no era exigible que el soberano mantuviera una nítida distinción entre ambas esferas, la del poder y la de la amistad, la de lo rey y la de lo hombre, según se dice en Nicandro. La justificación de los juristas de la época, la argumentación, la licitud de la amistad real, con la defensa del derecho que al rey le asiste, como a cualquier otro hombre. Olivares en el Memorial de 1627 argumenta a favor de la existencia del valido real, “Porque, señor que no haya privado será muy justo, si bien desde Jesucristo acá no ha habido hombre que no tenga con más o menos mano, pero hombre que no se haya valido y ayudado de otro jamás lo hubo”. La generalización previa del fenómeno de la privanza y de otros semejantes de patrimonialización y privatización de lo publico harán posible que en la cumbre de la sociedad y Estado se repitiera esta tendencia.

Bibliografia:
- Fco Tomas y Valiente, Los validos de la monarquía en el siglo XVII,1994.
- Domínguez Ortiz, A: Política y Hacienda de Felpe IV, Madrid 1960.
- Elliott J. H : La rebelión de los catalanes, Madrid 1977.

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