27 de octubre de 2011

Sesión del 20 de octubre de 2011

La tercera gran escuela historiográfica del siglo XX, junto con la escuela de Annales y el Marxismo a las que ya nos referimos en la entrada de la semana pasada, es la Cliometría. Para esta escuela, el rigor científico se vincula a los análisis cuantitativos de forma que plantea una visión de la Historia muy vinculada a la estadística y a los estudios cuantitativos. Esta escuela se va a desarrollar fundamentalmente en el ámbito de la Historia económica. Un elemento importante dentro de la Cliometría es la historia contrafactual que consiste en un intento de alterar la realidad histórica, es decir, los datos, para dar explicaciones como si no se hubieran producido determinados acontecimientos. En este sentido un estudio básico es el de R. Fogel sobre los ferrocarriles en Estados Unidos. Fogel introdujo datos como si el ferrocarril nunca hubiera llegado para comparar los resultados y llegó a la conclusión de que los ferrocarriles no tuvieron gran incidencia en la Historia de Estados Unidos. Así, se plantean estudios en función de fenómenos que no se han producido. Es una manera de entender la Historia que ha recibido bastantes críticas pero, aún así, fue una escuela muy importante en los años 70.


La crisis de los grandes paradigmas


Con las grandes escuelas del siglo XX estaban muy definidos los campos de estudio, se sabía como hacer historia. Pero esto cambiará en los años 70. En este cambio va a tener gran influencia el pensamiento postmoderno. A partir de los años 70 el panorama intelectual va a cambiar y se va a romper con ideas muy asentadas como por ejemplo:


La idea de progreso es una idea muy generalizada en el siglo XIX. Se entendía que el tiempo era una línea continua hacia un mundo mejor. Incluso el pensamiento de Marx lleva implícita esta idea de progreso. A partir de los años 60-70 esta idea de progreso entra en quiebra. Esto está muy relacionado con las Guerras Mundiales que provocan unas dramáticas consecuencias de dimensiones desconocidas en siglos anteriores. Igualmente se hace difícil pensar en un mundo mejor amparado en patrones eurocéntricos tras el inicio de la descolonización. Todo esto lleva a una crisis de las formas de entender la vida en el siglo XIX. Así, una característica básica del postmodernismo es la idea del relativismo.


La idea de la objetividad también entra en crisis. Vinculado con ese relativismo, otra característica básica será la subjetividad ya que si toda idea puede estar sujeta a la crítica, depende de posicionamientos personales el modo en el que se afronta esta crítica o idea.


En cuanto a la idea del eurocentrismo, se va a criticar la idea de Europa como centro y como modelo.


El postmodernismo está siendo objeto de revisión actualmente. La idea del relativismo podría derivar en que si todo es relativo todo puede ser válido. Otros autores han tratado de establecer verdades que tratan de ser absolutas lo cual iría también en contra del relativismo.


El postmodernismo va a tener una influencia básica en el estudio de la historia. Lo primero que encontramos son nuevas temáticas y nuevos campos de investigación. También hay nuevas maneras de afrontar estas temáticas. En este sentido hay que citar dos autores fundamentales: Foucault y Bordieu.


Foucault va a ser muy importante a la hora de definir la nueva manera de entender el poder. En el siglo XIX cuando se hacía historia política se vinculaba a los grandes hombres y a las instituciones. Autor de referencia en esta línea es Max Weber que considera que las condiciones básicas de un Estado son el monopolio de la fuerza o violencia, la existencia de una frontera y unos límites claros y la existencia de instituciones impersonales. Sin embargo, para Foucault el poder es algo más sutil y muchas veces no está en las normas sino que circula. Todo el mundo es sometido al poder pero, al mismo tiempo, también tiene el poder. Esto supone una imagen más compleja del poder. Para ello Foucault tiene en cuenta elementos de estudio que antes no se tenían en consideración, ampliándose de este modo los ámbitos en los que se estudia el poder. Para Foucault no solo habría que estudiar lo formal como para Weber, sino también lo informal, es decir, aquellos elementos que no están recogidos en los códigos pero que forman parte básica del juego político. De esta forma, si hay que estudiar las relaciones informales hay que estudiar las relaciones entre personas. Para Foucault el elemento básico es la persona no la institución. Esto supone la apertura de nuevos campos de estudio y de nuevas formas de enfocarlos.

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