13 de febrero de 2012

Las Pecas, el adorno femenino

Me estoy dando cada vez más cuenta de lo que me gusta la historia, el otro día me encontraba mirando las típicas cajas que todos tenemos en el garaje y en una de ellas encontré unas revistas de historia de hace por lo menos mas de 20 años, es más el deposito legal pone que es de 1968, me resulto muy curioso porque en ningún momento me esperaba encontrar este tesoro de una serie de revistas de Historia y Vida, cuyo valor eran 175 pesetas. En ellas encontré algunos artículos fantásticos de los que un pequeño resumen, ya que me parecieron de gran curiosidad.
El primero de varios que voy a señalaros en diferentes entradas, corresponde con Adornos femeninos: las pecas, por Miguel Bentanachs Prats. Correspondiente al número 190 de la revista de Enero de 1984, aún ni mis padres se habían casado.
Comienza con una afirmación “las mujeres siempre han querido aparecer lo mas atractivas posible. Tienen muchos medios para ello, desde cremas y aceites hasta joyas y adornos” de estos sin duda uno de los mas curiosos con los que me encontré referidos a la Edad Moderna: son las pecas artificiales usadas desde antiguo.
La aplicación del tafetán de color negro se uso para tapar “los estragos, que el tiempo afectaban en sus rostros”, cuál fue su verdadero origen. En algunas crónicas nos informan que fue receta médica de los galenos, contra los dolores de cabeza, siendo un “empaste” colocado a ambos lados de la nariz. Haciendo que estas pecas resaltaran la hermosura de las pálidas damas de la época. Muy pronto los eruditos comenzaron a hacer investigaciones para conocer de donde procedían, generando un alubión de artículos de belleza que usaban las damas en la antigüedad.
Un ejemplo serían las patricias de Roma, en la Villa Eterna a parte de su arsenal de cremas, aceites y pinturas, se encontraban unos emplastes negros y redondos llamados “splenia”, “que ella se aplicaba como una semilla en la piel”. Marcial hace mención en sus versos (Et numerosa linunt stellantem splenia frontem; las numerosas pecas constelaban su frente soberbia). Pero no solo en Roma sino en Tratados de medicina griegos se habla de veintitrés denominaciones diferentes de los pequeños botones negros. Ya Petronio en el “calliblépharon” habla de pequeños empastes de cuero, como Ovidio en su “Arte de amar”, señalando que estos servían para disimular las arrugas que se formaban alrededor de los ojos. Debieron de ser Persas y Árabes los primeros en utilizar estas pequeñas pecas en forma de tatuajes, semejantes a diminutas pecas que en la actualidad encontramos en oriente, como podría ser el caso de las mujeres de la India.
Las pecas también fueron usadas por los hombres, sin imitación de las romanas, pero los caballeros en época de Luis XIII hicieron uso de ellas. Criticados y argumentando arbitrariamente pero con gran efecto, que seguían el ejemplo de las mujeres, a las que admiraban y adoraban.
Los tafetanes que se usaban tenían multitud de formas, podían ser de media luna, con forma de flores o incluso animales y personas célebres. A su vez muchas podían tener terciopelo o pequeños diamantes, se podían ver mucha laboriosidad en el trabajo de la creación de la peca. También es muy curioso el nombre que recibían según la colocación. Si se encontraba en la esquina del ojo, era apasionada; galante en el centro de la mejilla; besadora al lado de la boca; cubriendo un grano la recelosa; coqueta en el labio y descarada sobre la nariz. Una peca redonda se llamaba asesina.
En muchos de los tocadores de las damas del XVIII se hicieron imprescindibles las cajitas especiales para pecas, algunas eran de plata, oro, de formas diversas, etc.
Como ejemplo de una mujer que era gran aficionada al uso de las pecas tenemos a la bella duquesa du Barry, cortesana francesa y última favorita de Luis XV. Con ocasión de una lujosa fiesta la colocación de las pecas en escote y cara serian vistas por parte de Le Palatine como dispares señalando “está usted maravillosa, pero las pecas que usted se ha puesto no la favorecen mucho” a lo que la duquesa respondió como toda una dama de la época y como en la actualidad podría pasar si a una señorita se la critica su modo de vestir “ya sé que a usted no le gustan las pecas, que las encuentra horribles; más como yo las encuentro divinas es la razón por las que me las pongo”.
Se regalaban como obsequios como es el caso del que hizo el duque de Saint Aignan en 1714 regalando a la reina de España una cajita de oro con espejo incorporado, cuyo precio fue unas 1.040 libras, una gran fortuna para aquel entonces.
Con el tiempo y pasado el Directorio, se fue perdiendo el uso de los pegotitos de tafetán a favor del uso de unos diminutos lápices los cuales se usan hasta nuestros días.

Es muy curioso como se crean y se renuevan distintos accesorios para la belleza y como siempre las modas hacen que muchas de las cosas que en ese momento no se usaban o se veían burdas vuelvan a renacer y a ser vistas como buenas por todos, cuando muchas veces antes o no se les daba importancia o simplemente no se veían con buenos ojos.
Todos queremos vernos guapos siguiendo los canones y modas de la época en la que nos encontramos por ello haremos lo que sea para estarlo y mas en la sociedad actual en la que nos encontramos donde la imagen prima sobre la sabiduria o inteligencia, esto no debía tampoco escapar a los antiguos que lo usaban, muchas veces no hay tanta diferencia como la que podriamos pensar en muchos aspectos de la vida de las personas en siglos anteriores.

Espero que esta entrada les haya gustado,gracias por leerla y un cordial saludo de parte de Pablo Bes Alonso

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